miércoles, 24 de noviembre de 2010

MuJeReS MaRCaDORaS (baños públicos II)


¿Por qué algunas mujeres dejan mensajes de amor en las puertas de los baños públicos?
Ellos jamás los leerán.
Ya he dicho que nosotras podríamos ingresar a sus baños, ¿pero ellos a los nuestros…? Salvo alguna invitación no santa, es impensable. Y en el hipotético caso de que alguno sea el feliz protagonista de esos infrecuentes encuentros furtivos, ni muerto malgastaría su tiempo en ese tipo de lectura (ni en ninguna otra, claro).
Un triste final para la efusividad afectiva. Mensaje sin lector, que se desvanecerá por la acción de algún limpiador cremoso.
¿Pero son simples declaraciones de amor de infortunada suerte?
De ser así, habría que suponer una autora torpe o de una estupidez inmanejable agravada por los efectos del enamoramiento. Un sujeto inadaptado con la compulsión a estropear la propiedad ajena.
Personajes de ese tipo, hay a montones. Muy posiblemente, ahora mismo anden dejando marcas en algún local de comida rápida. Estas pobres siempre serán unas marcadoras amateurs. Irreparablemente ingenuas, por no saber que para que el interesado lea, hay que escribir arriba de un mingitorio.
Las escribientes profesionales, las que hacen esto sin perder detalle, evidentemente son otras. Su objetivo, también es otro.
Los mensajes que ellas dejan, están engañosamente dirigidos a los hombres. Ellos son parte fundamental del asunto. Son el objeto valioso puesto en juego, pero en ningún caso van a ser su interlocutor.
El verdadero destinatario, son las otras. Las que usan los baños y cierran esas puertas escritas. Cualquiera de ésas podría ser una rival mal intencionada. Todas son sospechosas, salvo, las de la misma estirpe.
Parte del profesionalismo que las caracteriza radica en que son sumamente leales con las del propio gremio. Nadie mira al fulano marcado y en casos de fuerza mayor, responden con un solidario espíritu de grupo.
Entonces estas pinturas rupestres urbanas, podrían ser la sublimación del más primordial e inquebrantable empuje posesivo de estas féminas. Un tipo de dominio que no necesita ser detentado con gestos grandilocuentes, ni con aparatosos andamiajes bélicos.
Sin llegar a hervir un conejo, ejercen un certero efecto disuasivo sobre el resto del género. Escriben señales de advertencia. Marcas entre mujeres. No hace falta ser una de ellas para poder decodificarlos. Son auténticas declaraciones de guerra al portador, expuestas en los lugares más apropiados.
¡¿En los lugares más apropiados?!
Sin duda. Ya he dicho que estas mujeres son verdaderas profesionales, no?
Repasemos.
Los mensajes se dejan en las caras internas de las puertas de los compartimentos individuales de los baños públicos de mujeres. (Uf! Eterno como para ser una casualidad).
Una vez adentro, la falta de espacio dejará la puerta sobre las narices de la usuaria volviendo inevitable la lectura. Las desnudeces de las partes íntimas, irán evocando tácitamente otros usos de esos territorios corporales, guiando tendenciosamente la interpretación de esas líneas.
Hasta aquí tenemos una efectivísima entrada en tema en solo dos pasos.
Pero estas chicas, verdaderas estrategas, también basaron la elección de la locación en un dato estadístico. El 98 % de las mujeres que ingresa a un baño de uso masivo, adquiere la posición de “cuclillas flotantes sostenida” para hacer uso del inodoro.
El ánimo relajado tras el aliviante acto de la evacuación, una posición no apta para la lucha y la imposibilidad de escape debido al estorbo de las ropas caídas a la altura de la rodilla, dejan a la lectora en un estado de total indefensión.
Ese es el punto exacto donde el mensaje cobra un sublime valor intimidante.
Porque desde ahí se lee: “Ojo! Ése es mío. Capito” y a partir de ese momento la inmovilidad y la demora sanitaria se vuelven temerosamente inquietantes.
Se cree que la pertenencia al grupo de mujeres marcadoras solo está reservada a una elite de aguerrido entusiasmo posesivo. De madres a hijas se van transmitiendo oralmente los valores más emblemáticos del linaje. Desde los primeros días de vida, se las orienta bajo estos principios. Es como una marca congénita, una identidad, un estilo de vida incuestionable.
Actualmente, las camadas más jóvenes han revolucionado el originario statu quo, al ir abandonando los indelebles por no ser compatibles con la era del Touch-screen y el wi-fi. Si bien en los primeros momentos hubo una potente resistencia desde los sectores más conservadores, la armonía quedó restablecida y el espíritu reforzado, cuando las activistas ortodoxas descubrieron que un solo posteo en facebook equivale a de más 100 puertas escritas.
Nuevas formas de expresión, para una pasión incontenible.
A bientôt muchachas!

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A contrapelo del cliché