martes, 17 de agosto de 2010

Golpe Bajo

Se sintió desolado. Su mirada perdió la pasión que la caracterizaba y se torno opaca. Abruptamente lo invadió una pesadez corporal que lo dejo exhausto, casi desvitalizado.
Siempre se había sentido incrédulo. Llevaba como bandera la idea que nadie era enteramente de confiar. Nada era supuesto. Ni los padres amaban a los hijos, ni los hombres a sus mujeres, ni los socios bregaban por un beneficio común. Sabía que hasta la mujer más amorosa podría hundirle un puñal a sus espaldas sin remordimientos por el amor presente o pasado.
Mucho menos creía en esas cosas que alinean a las muchedumbres. No tenía religión ni ideales políticos. Descreía plenamente de los que se llamaban solidarios u ofertaban sin pedir nada a cambio.
Era hombre de negocios en casi todos los aspectos de su vida. Efectivista, directo, pragmático. Se orientaba por su no creencia generalizada, a la que atribuía cada uno de los logros de su vida pública.
A contrapelo de su costado floridamente cínico escondía una fe ciega en unas pocas personas. Eran el núcleo mas profundo de sus amistades. Unos a los que respetaba y amaba con carácter casi sagrado. Ellos constituían su único punto de confianza. Allí descansaba de sus andamiajes defensivos, convencido de la honorabilidad de los hombres, del valor de la palabra dada y de los espíritus que jamás se doblegan ante las dulces tentaciones de la traición. Esos pocos eran su patria.
Un día cualquiera, durante una conversación sin importancia, supo que ésos con los que se sentía hermanado, se habían regodeado con los goces de una oratoria frívola sobre los penares de su vida. Sólo él reparó en lo impropio de esa escena que estratégicamente lo había excluido. Se sintió herido de muerte.
Su familia elegida, su núcleo irreductible, lo habían traicionado en ese obsceno festín verbal que ofrecieron a gente extraña. Lo expusieron irresponsablemente al vulgo de los lugares profanos sin siquiera intuir lo que estaban haciendo.
Ahora sí que no creía en nada.
(Publicado en ODRADEK Agosto.)

http://www.odradek.com.ar/

viernes, 6 de agosto de 2010

TERAPEUTICA PORNO


Caminar por Av. Cabildo es una experiencia cargada de estímulos. Componen el paisaje un montón de marquesinas arrancadas por las cuadrillas del gobierno, puestos ambulantes, transito infernal y el eclecticismo de las interminables vidrieras. Si a esto le agregamos un conglomerado de peatones desordenados ya tenemos una postal habitual de la zona.
Yo, como tantos otros atravieso sus cuadras abstraída del entorno. Conecto con los demás lo estrictamente necesario como para evitar la colisión sin fijar la vista en nadie.
Ese día pasé por uno de los puestos de diarios y la vi. No se porque, pero la vi y me detuve frente a ella.
En una ampliación de tapa de revista estaba esa joven de cuerpo perfecto. Ostentando su absoluta falta de marcas del fatídico paso del tiempo, posa contra natura, con una actitud majestuosamente lujuriosa.
No muestra, exhibe. Y lo hace de un modo que me resulta bastante abrumador. Su gesto también abruma.
No era la primera vez que veía una de esas imágenes. La avenida esta plagada de kioscos y la mayoría de las revistas muestran en sus tapas chicas con muy poca ropa. Siempre es posible encontrar bizarras discrepancias entre las frases entrecomilladas y las fotografías. Parece ser que lo despojado de la vestimenta es proporcional al uso de la confesión pública.
¿Será que en estos tiempos algunas mujeres elaboran sus duelos posando en tangas translúcidas?
¿Cuándo fue que se puso de moda este afán de querer decirlo o mostrar todo? -Como si fuera posible atrapar la categoría de lo “TODO”!!.
Tal vez, diez o quince años atrás esa foto estaría cubierta de rayitas negras censuradoras o de un plástico oscuro que no permitiría ver más que las caras de las extasiadas modelos de las misteriosas revistas XXX. Hoy es un poco difícil toparse con una de esas cubiertas opacas, los velos están pasados de moda. Casi nada queda librado a la imaginación del espectador. La agonía de lo sugerente deja todo a plena vista. Mucha carne expuesta bajo cualquier excusa y a cualquier hora del día.

Vuelvo a la escena.
“¿Estará cómoda esta chica?” me pregunte.
Algo me distrae justo cuando empezaba a sospechar que después de esa pose quedo absolutamente contracturada.
Alguien me observa. Bien! Un caballero de mediana edad. Intentando contagiarme de una pizca de la audacia que derrocha la chica de tapa, doy un cuarto de vuelta para mirarlo.
Patética me siento cuando compruebo que no es a mí a quien mira. Sus ojos me atraviesan como a un vidrio en estado de perfecta limpieza para fijarse en las curvas de la contorsionista. Caramba! Que ingenua fui.
Cambio mi posición y como para pasar desapercibida (como si lo necesitara frente a semejante joven voluptuosa) ojeo una revista de modas. Mi real objetivo son los hombres que pasan frente a esa imagen.
A la gran mayoría, esa foto les captura la atención. Algunos hacen una pausa para observarla de cerca. Los que van acompañados de otro comentan, se ríen o comparan. Quienes andan con sus parejas disimulan, quizás más tarde busquen la portada en Internet desde sus oficinas.
Descubrí lo poderosas que pueden ser estas imágenes y me asombre al comprobar que dejaba a un costado la automática pena burlona que me despertaban esas mujeres.
Los veo viendo y noto en ellos un fenómeno sorprendente.
¿Qué es lo que sutilmente los transforma?
Me aventuro a decir, que muchos de los que pasaron por ahí, creyeron que esa chica de extraña pose que muestra todo a la vez; es verdaderamente eso que les oferta. Ella es sin dudas una experta vendedora de ilusiones que les dedica, a cada uno en secreto y públicamente a todos los que componen ese género, lo que ahí deja ver.
Sonríen, sus miradas cambian…a muchos se les modifica el gesto. Sus rostros parecen más amables.
Ella también les ofrece un resarcimiento por esos años jóvenes de tiranías de rayitas prohibitivas o de frustrados anhelos de oscuros protectores rotos que habiliten al ojo curioso. Triunfan sobre el pasado impedimento plástico XXX, se vuelven victoriosos y libres de tomar prestado un cuerpo entero para sus más floridas fantasías.
Conclusión: esta chica tiene un poderoso efecto terapéutico en los espectadores masculinos. Flash terapéutico!

Posiblemente algunos de esos hombres también se pregunten sobre la utilización irrestricta del recurso de la poca ropa en los medios de comunicación, los límites de lo privado o las mostraciones obscenas. Tal vez otros simplemente no encuentren conveniente que estas imágenes estén a centímetros de las revistas para colorear de los más chicos.
¡Ojo! que no hablo de moralinas de espíritu pacato, sino de detenerse a pensar sobre una tendencia que irrumpe de manera excesiva y desordenada. Sin embargo, en el instante que la ven, parecen recortados de sus cotidianeidades. No importa si son 20, 90 o 3 segundos. Parecen disfrutar de algo así como unas brevísimas pero inmejorables vacaciones mentales.

¡Bravo contorsionista!

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A contrapelo del cliché